“Ya valió la de blanco”, gritó Sergio antes de asesinar a María José

* Al parecer, el feminicida ya tenía planeado el acto pues anduvo persiguiendo a su víctima hasta que la asesinó; ya está vinculado a proceso y en prisión preventiva

FERNANDO DÁVILA
EXCÉLSIOR/CDMX

Ataviada en un vestido blanco, la noche del 6 de mayo Majo salió a divertirse con sus amigas al bar Bambinas de Cuautla, Morelos en donde se encontraron con otros amigos. Comenzó la fiesta sin imaginar que no volvería a casa.

A la joven de 20 años de edad la asesinó Sergio Daniel “N” con un arma de fuego y la ayuda de su amigo Samuel “N”. Hoy, ambos están en prisión preventiva.

La última noche

La tarde-noche del sábado, Majo regresó de un convivio familiar en Yecapixtla y al entrar a casa con su madre le pidió permiso para salir con unas amigas, la condición que le puso fue llegar a las 2 de la mañana, a más tardar. A esa hora, María José estaba sin vida.

Al paso de la noche, con un grupo de entre 15 y 20 amigos, fueron de un bar a otro pero siempre juntos. No sospechaban que unos tipos les seguían el paso con la única intención de asesinarla.

Poco antes de las 23:00 horas, vestido con playera azul marino a rayas, bermudas y chanclas, Sergio Daniel “N”, de 19 años de edad y con discapacidad en una pierna, anduvo dando vueltas en Cuautla sin un rumbo definido.

A esa misma hora, el grupo de jóvenes salió de Bambinas para enfilarse al bar Tlecuichelas, en bulevar José María Morelos.

Llegamos como a las 23:00, allí estuvimos como una hora y media y todos nos salimos juntos, éramos entre 15 y 20 personas. La idea era ir a otro bar que se llama Xaman, ubicado en avenida Insurgentes”, narró una de las jóvenes que estuvo con Majo.

En el camino de Tlecuichelas a Xaman, el grupo se dividió en tres. Un amigo esperó a María José, quien se quedó platicando con sus compañeras.

“Le hice señas para irnos, se me acercó y me dijo que ya se sentía un poco mal”, contó el amigo de la víctima.

Mientras aguardaba por Majo, él notó la presencia de dos motocicletas con dos sujetos arriba de cada una, entre ambos vehículos se hacían señas, comunicándose con el cambio de luces.

“Las apagaban y las prendían cuando pasaban cerca de nosotros. Cuando llegaban al retorno las volvían a encender, los ocupantes se comportaban de forma extraña, se nos quedaban viendo y eso me dio mala espina. Le dije a María José que camináramos rápido para llegar a la fábrica, porque pensé que nos querían asaltar. Entonces nos metimos a la fábrica”, precisó su amigo.

Otro de los integrantes del grupo también notó la sospechosa presencia de los motociclistas y sugirió al grupo con el que caminaba dirigirse hacia la fábrica cercana al bar a donde planeaban ir.

En la reja de entrada a la fábrica de botellas ecológicas se encontraron dos de los grupos de amigos, pero por el temor que sentían pidieron permiso para resguardarse y pese a que pudieron entrar, no dio tiempo de cerrar la reja.

“Le dijimos a un señor que nos dejara pasar porque nos venían siguiendo, atrás venían Majo y uno de los chicos y les preguntamos si vieron las motos”, refirió un segundo amigo.

Al instante, Sergio Daniel “N” entró a la fábrica gritando “esto es un asalto, ya valió la de blanco” y se escuchó la primera detonación.

Ese balazo fue al piso, dando tiempo a los jóvenes para echarse a correr en busca de refugio que casi todos encontraron, pero Sergio Daniel “N” tiró el segundo proyectil enfocando su ira sobre Majo.

Al mismo tiempo, Samuel “N” ingresó a la fábrica con el rostro cubierto para evitar ser reconocido. Enseguida se escucharon dos detonaciones más, las mortales, las que le arrancaron la vida a Majo. No sin ser atestiguado por uno de sus amigos que pudo ver a Sergio Daniel “N” disparándole.

Y así, la madrugada se convirtió en una pesadilla, los jóvenes salieron corriendo en dirección al bar donde seguirán la fiesta.

Era Sergio Daniel “N” que salió corriendo de la fábrica con un arma en la mano y detrás se acercaba Samuel “N”, también aceleró el paso y desapareció a bordo de una de las motocicletas.

“Ya me cargué a esa perra; maté a esa perra”, alardeaba Sergio Daniel “N”, al tiempo que emprendió su huida.

Los amigos de Majo entraron a sus redes sociales y se sorprendieron al ver que ya aparecían noticias que daban cuenta sobre el asesinato de una chica dentro de una fábrica de botellas.

El grupo de amigos consiguió reunirse en el bar La Mini en donde comenzaron a contarse entre ellos, pero ahí se percataron de la ausencia de María José. Su amiga corrió a buscarla a la fábrica pero al llegar las rejas ya estaban cerradas. No dejaban pasar a nadie. Otro de sus amigos también salió y en el camino se encontró a algunos de los trabajadores quienes le preguntaron si buscaba a alguien.

Titubeante, su amigo dijo que no, pero ellos le describieron el fatal escenario. Con lágrimas en los ojos, el amigo corrió hacia la joven para decirle que Majo estaba muerta. Ella, no le creyó. Guardando un poco de esperanza, la chica volvió a Tlecuichelas pero no la encontró, corrió a Xaman en donde, de voz de otro integrante del grupo, obtuvo la misma respuesta: faltaba María José.

Insistió en la fábrica. Ahí, unos policías le dijeron que había una joven vestida de blanco muerta. El levantamiento de la víctima a cargo de la Fiscalía contra Feminicidios cerca de las 2:30 de la madrugada del 7 de mayo, agentes de Investigación Criminal acudieron a la Fábrica Empaques Ecológicos (EMPECO) donde yacía el cuerpo de una joven mujer.

Frente a ese hecho, la Fiscalía Especializada para la Investigación y Persecución del Delito de Feminicidio activó el Protocolo de Actuación con Perspectiva de Género por feminicidio. En tanto que en el lugar, la AIC halló tres indicios balísticos, una ojiva, un casquillo y un cartucho.

Tras iniciar la carpeta de investigación correspondiente y realizar diversas diligencias, la Fiscalía determinó que Samuel “N” y Sergio Daniel “N” eran responsables de la muerte de María José.