Como en la Alemania de Hitler, Washington pide a ciudadanos denunciar a indeseables

El término “invasor extranjero» ha sido empleado por Trump durante más de una década. Hoy ya es adoptado por el Partido Republicano. Ciertamente se trata de un lenguaje cuyas raíces se remontan a la Alemania nazi y a los fascistas de todo el mundo
OBED ROSAS
SINEMBARGO/CDMX
“Ayuda a tu país… y a ti mismo… denuncia a todos los invasores extranjeros”. La frase está plasmada en un cártel, no de la Alemania de Hitler, sino de los Estados Unidos de Donald Trump. De hecho, forma parte de la más reciente campaña del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Se trata de una imagen que muestra al Tío Sam colocando este letrero acompañado de un número de teléfono para denunciar actividades delictivas y ayudar al gobierno a «localizar y arrestar a inmigrantes ilegales».
La autoría del dibujo, el cual se ha compartido en la cuenta de Instagram de la Casa Blanca, se la atribuyó el usuario de X que se hace llamar Mr. Robert (@mrrobertwp), un sujeto que sostiene que “Donald” es “la gran esperanza blanca” y que escribe mensajes como “Despierta, hombre blanco” e incluso que sostiene que “Trump necesita darle una bofetada a México”.
Los carteles del Tío Sam se emplearon originalmente como una herramienta para instar a los estadounidenses a alistarse en el Ejército durante la Primera Guerra Mundial. Los carteles se recuperaron durante la Segunda Guerra Mundial para reclutar soldados y difundir otros mensajes gubernamentales, como la promoción de bonos de guerra y la advertencia contra el espionaje extranjero. Ahora son empleados en esta campaña supremacista que rememora a la propaganda nazi.
Además de ser compartida por la cuenta oficial del DHS, la propaganda fue reposteada por el subjefe de gabinete de la Casa Blanca, Stephen Miller, y la cuenta oficial de Instagram de la Casa Blanca. En esta última plataforma, la imagen generó indignación. «¿Acaso los alemanes no les dijeron a la gente que denunciaran a los judíos?», escribió un usuario.
Este cártel asemeja a uno de 1943, de la Alemania de Hitler, en el que una mano gigante señala a un hombre corpulento con una estrella amarilla con la frase «Jude» escrita y la frase: «¡Él es el culpable de la guerra!». Esto, por supuesto, mientras los nazis se llevaban a cientos de miles judíos en trenes con destino a los campos de concentración en donde seis millones de ellos murieron como parte del holocausto.
«Es repugnante que estén convirtiendo esta imagen de la nación en un portavoz antiinmigrante», dijo el caricaturista estadounidense Lalo Alcaraz, creador de «La Cucaracha», la primera tira cómica latina de temática política distribuida a nivel nacional. Añadió que el cartel tomó un símbolo que debía representar a todos los estadounidenses y lo convirtió en un «meme supremacista blanco».
El veterano estratega republicano de California, Mike Madrid, describió la imagen como «bastante horrible, pero más o menos como estamos”. «Me recuerda al movimiento «América Primero» de la década de 1930. Claramente. Descaradamente. Ni siquiera lo ocultan. Ese es el mensaje claro ahora», dijo a Los Ángeles Times.
La difusión de este cartel supremacista se da justo a medida que la resistencia a la ofensiva de deportaciones masivas de la administración Trump se intensifica y se extiende por todo Estados Unidos, al igual que lo ha hecho el temor entre los migrantes. En lugares como Plum Grove, Texas, por ejemplo, las redadas de inmigración han generado un temor generalizado, de acuerdo con lo que dijeron residentes y comerciantes al diario estadounidense. “Los dueños de tiendas de conveniencia comentaron que ven con frecuencia agentes de ICE en sus estacionamientos, lo que a menudo ahuyenta a los clientes. Algunos padres han enviado a sus hijos nacidos en Estados Unidos a comprar huevos, leche y otros productos básicos, según los dueños de las tiendas”.
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas ha centrado su persecución contra jornaleros, trabajadores agrícolas e incluso contra estudiantes —entre ellos niños de primaria— así como contra residentes de larga data que simplemente se presentaban a los controles de inmigración obligatorios por ley.
El término «invasor extranjero» ha sido empleado por Trump durante más de una década. Hoy ya es adoptado por el Partido Republicano. Ciertamente se trata de un lenguaje cuyas raíces se remontan a la Alemania nazi y a los fascistas de todo el mundo.
El acoso contra los gitanos, judíos y otras minorías en la Alemania del periodo conocido como República de Weimar (entre la Primera y Segunda guerras mundiales) empezó en 1920, cuando los nazis publicaron un programa partidario de 25 puntos. Su idea: segregar poblaciones distintas a la “sociedad aria” y abolir derechos políticos, legales, y civiles.
Al tomar el poder, los lideres nazis empezaron a cumplir su promesa de perseguir, sobre todo, a los judíos alemanes. “Promesa cumplida” era una idea muy del nazismo; “promesa cumplida” es usada hoy por la administración Trump cada vez que convierte el discurso radical en hechos.
“La primera legislación limitando los derechos de los judíos fue la Ley de la Restauración de la Administración Publica promulgada el 7 de abril de 1933. Esta ley decretó que los funcionarios y empleados ‘políticamente poco confiables’ serían excluidos de la administración pública. Luego se vetó a los judíos de distintas organizaciones, profesiones, y sectores de la vida pública. En abril de 1933, una ley alemana limitó el número de estudiantes judíos en las escuelas y universidades alemanas. Ese mismo mes, otra ley redujo marcadamente la ‘actividad judía’ en las profesiones médicas y legales. Leyes y decretos subsiguientes limitaron el reembolso que podían obtener los médicos judíos del seguro de salud estatal”, explica la Enciclopedia del Holocausto, una iniciativa del Museo del Holocausto.
Luego vino la prohibición al trabajo y después, negar la ciudadanía alemana por nacimiento, algo que busca hacer Trump en Estados Unidos. Posteriormente vendría el veto contra las minorías a casarse o tener relaciones sexuales con personas “alemanas o de sangre alemana.»
Este cártel asemeja a uno de 1943, de la Alemania de Hitler, en el que una mano gigante señala a un hombre corpulento con una estrella amarilla con la frase «Jude» escrita y la frase: «¡Él es el culpable de la guerra!».
Este cártel asemeja a uno de 1943, de la Alemania de Hitler, en el que una mano gigante señala a un hombre corpulento con una estrella amarilla con la frase «Jude» escrita y la frase: «¡Él es el culpable de la guerra!». Foto: Especial
“En las semanas que precedieron y durante los Juegos Olímpicos de invierno y verano de 1936, que se celebraron en Garmisch-Partenkirchen y Berlín respectivamente, el régimen nazi atenuó mucho de su retórica y sus actividades anti-judías públicas. El régimen hasta quitó algunos de los carteles que decían ‘Los judíos no son bienvenidos’ de los lugares públicos. Hitler no quería que las críticas internacionales a su gobierno resultaran en la transferencia de los Juegos Olímpicos a otro país. Tal pérdida hubiera sido un golpe serio al prestigio alemán. Asimismo, los líderes nazis no querían desalentar el turismo internacional y los ingresos que éste podía atraer durante el año de las Olimpíadas”, agrega la enciclopedia.
“El gobierno se propuso a empobrecer a los judíos y sacarlos de la economía alemana exigiéndoles registrar su propiedad. Aun antes de los Juegos Olímpicos, el gobierno nazi había iniciado la práctica de ‘arianizar’ las empresas judías. La ‘arianizacion’ significaba el despido de los empleados y directores judíos de una compañía y/ o la absorción de las empresas judías por alemanes no judíos que las compraban a precios viles fijados por el gobierno o los oficiales del partido nazi. En 1937 y 1938, el gobierno prohibió a médicos judíos tratar a no judíos, y también revocó las licencias de los abogados judíos”, documenta.
Después viene lo que ya es conocido: el llamado a que la “sociedad alemana” aria denunciara a los judíos, enfermos, homosexuales, gitanos y otras minorías. De la misma manera que lo hace hoy Estados Unidos con los migrantes, sobre todo los latinos.