Soldado infiltrado en Ayotzinapa fue entrenado 8 meses por la Sedena

*Según el diario Reforma, Julio López Patolzin fue espía 36 días

RÉPLICA
CHILPANCINGO, GRO.

El soldado del Ejército infiltrado en la normal de Ayotzinapa, Julio López Patolzin, fue entrenado durante 8 meses por la Secretaría de la Defensa Nacional en labores de inteligencia para cumplir con su labor de espía dentro de la escuela, reveló este jueves el periódico Reforma en una nota titulada “El estudiante 43: de espía del Ejército a víctima”.

Según información obtenida por el reportero Abel Barajas en “documentos inéditos” del Ejército obtenidos por la Fiscalía General de la República en la investigación del caso Iguala, Julio César López tenía 5 años 9 meses adscrito al 50 Batallón de Infantería con sede en Chilpancingo.

Sin embargo, su tarea como informante del Ejército duró apenas 36 días, hasta que la noche-madrugada del 26 y 27 de septiembre de 2014 se convirtió en una víctima más del caso Ayotzinapa.

“Según dos informes atribuidos al General de División Alejandro Saavedra Hernández, entonces comandante de la 35 Zona Militar en Chilpancingo, sobre el espía a quien denomina “Órgano de Búsqueda de Información (OBI) con fachada de alumno, López Patolzin remitía la información obtenida, por medio de mensajes y llamadas telefónicas esporádicamente, cada vez que se lo permitía la situación”.

En la nota de Reforma se revela que hay datos contradictorios en dos informes del General Saavedra sobre la última noticia del soldado infiltrado. Uno de ellos señala que su última comunicación fue el 27 de septiembre-que coincide con el informe de la Comisión que encabeza el subsecretario Alejandro Encinas-, el otro es que su último reporte fue el 26 de septiembre a las 11:30 horas.

El informe

oficial

En agosto pasado, al presentar las conclusiones preliminares de los trabajos de investigación que ha realizado la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del caso Ayotzinapa, formada para esclarecer lo sucedido entre el 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación (Segob), reveló que había un soldado infiltrado entre los estudiantes, llamado Julio César López Patolzin, por lo que el Ejército Mexicano pudo haber actuado y evitado su desaparición, “pero no lo hizo”.

“Este soldado López Patolzin, quien estaba bajo el mando del teniente de infantería Marcos Macías, del 27 Batallón. Su último informe fue al filo de las 10 de la mañana de ese día y desapareció junto con los otros estudiantes sin que sus mandos hicieran ninguna acción para garantizar su integridad y su búsqueda como lo establece el Protocolo para Militares Desaparecidos, que de haberse aplicado hubiera permitido no solamente proteger la integridad y buscar al soldado López Patolzin , sino a todos los estudiantes». señaló Encinas.

Detalló que el soldado infiltrado tenía la misión de ingresar a la Normal Rural de Ayotzinapa para informar sobre las movilizaciones de los estudiantes, y que estaba bajo las órdenes del teniente Marcos Macías Barbosa, por lo que este deberá rendir cuentas de su omisión en garantizar la integridad y la búsqueda del soldado.

Encinas destacó que la noche de la desaparición de los 43 normalistas los mandos militares no hicieron nada para buscar a su compañero, pese a que era su obligación y tenían información en tiempo real de su situación; señaló que esa inacción iba en contra de los protocolos vigentes.

Por ello, el subsecretario de Derechos Humanos apuntó que se ha determinado que el Ejército es también responsable de este crimen, al menos, “por acción, omisión o negligencia”.

Cabe recordar que en el pasado, autoridades del Ejército nacional han argumentado que no actuaron la noche de la desaparición de los estudiantes, afirmando que la policía estaba a cargo de la situación y no era su responsabilidad involucrarse.

Alejandro Encinas confirmó, en conferencia de prensa desde Palacio Nacional, que la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa fue un crimen de Estado en el que participaron autoridades federales, estatales y locales, así como el grupo delictivo de Guerreros Unidos.